El Portal Civico publicó esta entrevista a Orlando González y Claudia Pedraza, vecinos de la Macarena y líderes del proyecto comunitario Fundación Festival Macarenazo, quienes realizaron el Segundo Festival Macarenazo en el año 2016. El artículo destaca las iniciativas de los ciudadanos por participar en la mejora de su barrio y rechazar la indiferencia. A continuación publicamos todo el texto tomado del portal Civico. Ver entrevista en Civico
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Dos vecinos le dieron un ‘Macarenazo’ a la indiferencia
La Macarena (localidad de Santa Fe) reúne comida de todas partes del mundo, bares con personalidad como Smoking Molly, galerías y tiendas de diseño, talleres de artistas, arquitectura histórica, librerías como Luvina, y locales especializados en panadería y productos importados de nombre Ázimos o Soluciones.
Esta zona, más ‘bohemia’ que otra cosa, dirían las guías de turismo, limita, además, con el Museo Nacional, el Planetario Distrital, la Plaza de Toros La Santamaría y el Bosque Izquierdo, un pequeño apéndice del barrio que parece postal de otra ciudad, donde caminar por los andenes de algunas de las casas más hermosas de la zona es un placer.
Pero en el fondo, La Macarena “no ha dejado de ser un pueblo”, dice Claudia Pedraza, una buena ciudada que ha vivido 44 años ahí. Es la hija de Doña Esperanza, la dueña de una tienda del barrio con más de 60 años de servicio. “Aquí todo el mundo conoce a todo el mundo”.
Sin embargo, ella que lleva la zona en la palma de su mano, reconoce que esta siempre ha sufrido por la indiferencia de vecinos que se conocen hace años, y los conflictos entre comerciantes y residentes. Temas como la movilidad, el espacio público, y sobre todo la seguridad (aunque ha mejorado gracias a la reapertura de la estación de policía el año pasado), han sido controversiales.
Luego de varias reuniones en el año 2015 sobre ese punto, la comunidad no alcanzó acuerdos y el tema quedó en pausa. Las barreras se hicieron evidentes. Pero ella no quiso dejar las cosas así.
Ante ese escenario preocupante, creado por “la falta de pertenencia”, dice Claudia, esta buena ciudadana se puso manos a la obra y junto a su amigo Orlando González, otro vecino comprometido, un arquitecto propietario del restaurante ALO Brasil, sobre la calle 26c, crearon la fundación Festival Macarenazo.
“Queríamos tomarnos la calle y sacar a la gente para que se conociera y viviera su zona”, dice Claudia.
Su objetivo fue recuperar el sentir de barrio, disminuir la percepción de inseguridad, y la convivencia que tanto se había perdido. Lo lograron, echándose al hombro la responsabilidad de un evento masivo.
El 29 de noviembre de 2015, los dos solos montaron la primera versión del festival, hoy pionero en La Macarena. Además de organizarlo por su cuenta, convencieron, uno por uno, a los restaurantes, comercios y artesanos del barrio, en especial los de la carrera 4A, para que participaran.
“Muchos se imaginaban un bazar de olla. No voy a hacer pelanga, me decían”, recuerda Claudia. Al final, entendieron el propósito del festival -la unión del barrio- y fue todo un éxito. “Unas tres mil personas asistieron a pesar de la lluvia”, dice.
Con el primer Festival Macarenazo, “logramos que la gente se diera cuenta de que puede haber convivencia entre residentes y comerciantes”, explica Orlando. El barrio cambió.
Ese día hubo música, baile, actividades para mascotas, capoeira, hora del cuento, teatro, venta de comida y de todo tipo de productos de artistas del barrio, Las Torres del Parque y el Bosque Izquierdo.
Gracias al festival “mejoró el tema de la convivencia y el año terminó bien, la gente salió más a la calle y con más seguridad”, explica Orlando.
Pero el compromiso de los vecinos se fue reduciendo conforme pasó el tiempo. Pocos se preocuparon por conocer en qué se invirtió el dinero y en qué se gastaría el que quedó de ganancia. “La idea siempre fue invertirlo en el barrio. Así que constituimos la fundación, pues no hubiera sido serio ni ético guardarla a nuestro nombre”, recuerda el arquitecto.
Aprovecharon el saldo en verde y organizaron unas ‘Novenas a la calle’, a las asistieron por primera vez los residentes del barrio durante diciembre del 2015. Fue otro logro de esta pareja de amigos por unir a los residentes y crear comunidad.
El segundo Macarenazo y lo que está por venir
“Uno a veces bota la toalla”, se queja Claudia. “No ha sido una labor fácil”.
Aun así, los fundadores del festival se las han ingeniado para seguir activos. Orlando participó de una labor de embellecimiento de La Macarena en septiembre de 2016 y meses antes, la pareja de amigos, junto a otras dos personas, hicieron una jornada de concientización sobre el aseo de las mascotas, entregando bolsas a los vecinos dueños de perros.
Semanas después, el domingo 27 de noviembre de 2016, organizaron la segunda versión del ‘Macarenazo’. Esta vez no contaron con el apoyo directo de la Secretaría de Gobierno. Tuvieron que aprender a solicitar todos los permisos, hacer el plan de manejo de movilidad y pedir los papeles restantes por su cuenta. “Quedamos al ras, porque en ese año sí nos tocó contratar logística, seguridad, defensa civil”, afirman.
Fue tal el éxito de la primera edición del festival que el IDT los incluyó el año pasado dentro de su ‘Ruta de la Navidad’. Y allí, en las calles del barrio, el instituto dio la noticia del inicio de los alumbrado en Bogotá. Participaron 60 comercios.
“Nos han pedido que lo hagamos dos veces al año, pero necesitamos estar bien financiados”, dice Orlando.
A pesar de no contar todavía con el dinero, para él hay muchas expectativas positivas para el 2017, pues hay un nuevo “gerente” del centro, nombrado por la Alcaldía. Pero también retos por igual: “La seguridad es lo primero que hay que mejorar en el barrio. Todavía permanece la percepción de inseguridad y los restaurantes no llegan al 70 por ciento de las ventas”.
Al final, quizá, lo que La Macarena necesita es menos barreras entre sus habitantes y más buenos ciudadanos como Claudia y Orlando.
“Es que La Macarena es de mostrar”, dijeron en coro